Despertó más temprano de lo normal. Las horas de ese día avanzaban según se sintiera.
A las 6 de la tarde se dirigió al supermercado, pensó en comprar algo para comer, quizás unos quesos, aceitunas y para beber, una champagne. Se dirigió hacia la caja para cancelar, en donde se encontró con la persona que menos deseaba ver en ese momento, su ex novio. Se miraron un largo rato, fue como si todo el tiempo se hubiera detenido en aquel lugar y la gente se burlaba de la cara de ambos al pasar por su lado. Él llevaba un ramo de flores en sus manos, "rosas rojas-pensó-típico de él". Luego de diez segundo, que para ella fueron como mil horas transcurridas con lentitud, ella se apartó y decidió seguir con sus asuntos, sin siquiera dirigirle un saludo cordial. Salió del supermercado, pensando en lo que había ocurrido hace pocos instantes,¡ justo aquel día debía aparecer en su vida!, cuando no lo veía hace más de 6 meses, trato de apartar aquella imagen de su cabeza y volvieron sus deseos por lo que la esperaba en menos de una hora.
Llegó a su casa, decidió decorar un poco el lugar. Arreglo la mesa con una bella flor de centro, puso dos copas y el champagne a un lado, prendió una vela para darle un toque más romántico-pensó. Decoro cada escalón de la escalera con velas blancas, prendió inciensos de canela por toda la casa, y se fue a vestir. Eligió un vestido blanco, con un delicado escote que se recogía en delgados tirantes. Prefirió una lencería color piel, para darle más cabida a la imaginación. Se puso una flor en el pelo suelto y ondulado, y se pinto los labios con un brillo natural.
Se sentó a esperar, faltan tan solo 5 minutos para las 8 de la noche. Miraba constantemente el reloj, quizás no llegaba nadie y todo no era más que una broma, o quizás el tipo le resultaría repugnante y desearía no haberlo conocido jamás. Bueno-pensó-, lo peor que podría pasarme sería que fuera alguien conocido o un sicópata. Se sorprendió de lo confiada que estaba siendo.
Las 8 en punto, suena el timbre de su casa. Con nerviosismo y entre la oscuridad, le abrió la puerta de su hogar. Ninguno de los dos se miró y un impulso los llevo a tan solo besarse. Con el tacto ella pudo sentir su cuerpo. Tenía una espalda ancha, era delgado y su piel tenía un olor mezclado entre perfume y menta. Sin percatarse del cómo, llegaron hacía la mesa que ella había decorado delicadamente hace unos segundos, y todo voló por el aire, él con una mano la tomo y la acostó sobre ésta. El placer que le causaba aquel extraño era único, sus manos parecían ser dirigidas por cada pensamiento que ella tenía, la tocaba en donde ella quería sin tener que decir ninguna palabra.
Cuando creyó en que ya no podía sentir un mayor placer, lo escuchó susurrar su nombre... "Emilia", ella sorprendida, reconoció de inmediato aquella voz, pero no podía ser posible, no podía ser aquella persona que se imaginaba...
Abrió los ojos por primera vez desde que lo dejó entrar, y lo vió... miro hacia el suelo y ahí estaban, las mismas rosas rojas que eran tan típicas de él.