miércoles, marzo 04, 2009

Seducción...final.

Despertó más temprano de lo normal. Las horas de ese día avanzaban según se sintiera.
A las 6 de la tarde se dirigió al supermercado, pensó en comprar algo para comer, quizás unos quesos, aceitunas y para beber, una champagne. Se dirigió hacia la caja para cancelar, en donde se encontró con la persona que menos deseaba ver en ese momento, su ex novio. Se miraron un largo rato, fue como si todo el tiempo se hubiera detenido en aquel lugar y la gente se burlaba de la cara de ambos al pasar por su lado. Él llevaba un ramo de flores en sus manos, "rosas rojas-pensó-típico de él". Luego de diez segundo, que para ella fueron como mil horas transcurridas con lentitud, ella se apartó y decidió seguir con sus asuntos, sin siquiera dirigirle un saludo cordial. Salió del supermercado, pensando en lo que había ocurrido hace pocos instantes,¡ justo aquel día debía aparecer en su vida!, cuando no lo veía hace más de 6 meses, trato de apartar aquella imagen de su cabeza y volvieron sus deseos por lo que la esperaba en menos de una hora.
Llegó a su casa, decidió decorar un poco el lugar. Arreglo la mesa con una bella flor de centro, puso dos copas y el champagne a un lado, prendió una vela para darle un toque más romántico-pensó. Decoro cada escalón de la escalera con velas blancas, prendió inciensos de canela por toda la casa, y se fue a vestir. Eligió un vestido blanco, con un delicado escote que se recogía en delgados tirantes. Prefirió una lencería color piel, para darle más cabida a la imaginación. Se puso una flor en el pelo suelto y ondulado, y se pinto los labios con un brillo natural.
Se sentó a esperar, faltan tan solo 5 minutos para las 8 de la noche. Miraba constantemente el reloj, quizás no llegaba nadie y todo no era más que una broma, o quizás el tipo le resultaría repugnante y desearía no haberlo conocido jamás. Bueno-pensó-, lo peor que podría pasarme sería que fuera alguien conocido o un sicópata. Se sorprendió de lo confiada que estaba siendo.
Las 8 en punto, suena el timbre de su casa. Con nerviosismo y entre la oscuridad, le abrió la puerta de su hogar. Ninguno de los dos se miró y un impulso los llevo a tan solo besarse. Con el tacto ella pudo sentir su cuerpo. Tenía una espalda ancha, era delgado y su piel tenía un olor mezclado entre perfume y menta. Sin percatarse del cómo, llegaron hacía la mesa que ella había decorado delicadamente hace unos segundos, y todo voló por el aire, él con una mano la tomo y la acostó sobre ésta. El placer que le causaba aquel extraño era único, sus manos parecían ser dirigidas por cada pensamiento que ella tenía, la tocaba en donde ella quería sin tener que decir ninguna palabra.
Cuando creyó en que ya no podía sentir un mayor placer, lo escuchó susurrar su nombre... "Emilia", ella sorprendida, reconoció de inmediato aquella voz, pero no podía ser posible, no podía ser aquella persona que se imaginaba...
Abrió los ojos por primera vez desde que lo dejó entrar, y lo vió... miro hacia el suelo y ahí estaban, las mismas rosas rojas que eran tan típicas de él.

Seducción..

Cuando ya todo estaba planeado, pensó en lo que había hecho. -¡¿En que mierda estaba pensando?!, ¿cómo se le ocurría haber invitado a un extraño a su casa? Estaba totalmente loca, la poca cordura que le quedaba se había ido junto con sus principios y ahora estaba encerrada en una cita completamente a ciegas, sin saber siquiera el nombre de la persona con la que se iba a juntar. Aunque por una parte, no saber quien era, no saber su nombre, no saber nada de él, la excitaba más que cualquier cosa, quién no ha soñado hacerlo con un extraño en la oscuridad, pensó, quizás sea momento de actuar, sin pensar en nada más. Decidida, optó por jugar.
La semana pasó más lenta de lo normal o era ella quien aun se debatía entre lo correcto y lo erótico que le resultaba todo, seguramente, era lo último.
Llegó el día martes y una vez más se conectó deseosa de más palabras que aumentarán su placer, y es que él parecía saber todo acerca de ella, sabía sobre sus gustos, sabía usar la palabra exacta para dejarla esperando más y más, la ponía ansiosa imaginar en que pocas horas, los labios de ese desconocido la iban a estar rozando muy lentamente por todo el cuerpo, y se imaginaba con una voz indefinida, cada palabra que el escribía con aquellas manos, que en unos segundo más estarían acariciando su cabello y bajarían sutilmente por su espalda, descansarían en sus caderas para luego deslizarse con tanta suavidad, que el solo roce le provocaría tal sensación de placer que no sería necesario continuar.
Se fue a dormir, totalmente extasiada con el placer que le provocaba las palabras de aquel que prontamente dejaría de ser un extraño.

Seducción.

-Fue un encuentro planeado e inesperado. Lo contacto por una página cualquiera. Jamás pensó en que caería en el patético, según ella, juego de conocer gente vía chat. Se hablaron, quizás, porque ambos tenían un corazón roto de mensaje principal. Al principio le pareció un completo idiota, le dijo que estudiaba y prontamente viviría solo si las cosas así se daban. Ella le comentó, en pocas palabras, que su vida se limitaba a salir con sus amigas, su familia y sus estudios. Por coincidencia resulto ser que vivían más cerca de lo que se esperaban, a tan solo 20 minutos.
Transcurrieron días desde la primera conversación. Ninguno de los dos mostró un mayor interés en el otro, hasta que una noche de madrugada, comenzarón a hablar con un tímido "hola" por parte de ella. Tenían más cosas en común de lo que creían, sin embargo, seguían sin decir su nombre, resultaba vergonzoso si la reconocían en un lugar así.
Su conversación comenzó a tener, de a poco, un alto índice de erotismo y a ella cada vez le entusiasmaba la idea de hablar con él. No lo podía negar, el tipo sabía de lo que hablaba. Un arrebato se apodero de ella, y le propuso juntarse en algún lugar de la ciudad. Él, acalorado por la conversación, acepto sin pensarlo. Quedaron de verse un miércoles a las 8 de la tarde, en la casa de ella... pensó que así podría tener la situación controlada, en su territorio, no había forma de perder.